El fútbol según Juan Villoro

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Juan Villoro

es mucho más alto de lo que parece. Aunque, en realidad, los escritores son seres sin talla: son, en realidad, ideas, rostros desfigurados que se transforman con cada historia que cuentan, seres de voces mudas, rastreables solamente en el papel. Villoro es inmenso, y, sentado en una mesa en la terraza de un hotel limeño, luce un poco cansado. Es la cuarta entrevista que realiza al hilo.

“Has venido unas cuantas veces a Lima. ¿La encuentras cambiada?”, le pregunto, y, mientras se remanga un poco el saco, me responde: “Lo único que he visto son periodistas, y además me han preguntado sobre mí; ni siquiera he podido entrevistarlos a ellos”. Y sonríe. Ya me lo habían advertido: Villoro habla como escribe, con una elocuencia difícil de encontrar fuera de las páginas de un libro. Cuando le comento que será una conversación meramente futbolera, lo toma con seriedad, no con el relajo de quien -como yo asumía- está un poco cansado de hablar de literatura y ve esta oportunidad como un descanso. El fútbol no admite descansos. No según Villoro.

¿Por qué te parece interesante escribir sobre fútbol?

Por muchas razones. Una elemental es porque es una manera de estar cerca del juego. Yo jugué mucho y soy muy aficionado, entonces es una manera de compartir una pasión. Eso es lo más animal. Pero ya poniéndome un poco especulativo, creo que es muy interesante entender una época a partir de cómo la gente se divierte. Si queremos saber realmente cómo fue el imperio romano o el mundo de los incas, tenemos que saber cómo se divertían, y nada explica mejor la industria del entretenimiento en nuestros tiempos como el fútbol, que es el deporte mejor organizado, repartido y explotado en el planeta. Es una forma de conocer lo que somos.

¿Y por qué te apasiona tanto como deporte?

Es un ejercicio absolutamente singular, porque la historia de la humanidad es la historia de la evolución del cerebro, el ojo y la mano, y aparentemente los pies son la parte cancelada de nuestra especie, algo que no importa mucho, que damos por sentado. Y, sin embargo, en el fútbol es la parte primordial. El fútbol establece un contacto con la tribu del comienzo, con lo que fuimos al principio, con la horda encandilada por el fuego, las caras pintadas, los símbolos mágicos. Y al mismo tiempo con nuestra propia infancia. El fútbol es un instrumento para que el tiempo retroceda colectivamente hacia la tribu e individualmente hacia el niño. Tenemos mucho de niños cuando creemos en los héroes, cuando pensamos que nuestro equipo es el mejor de todos, cuando nos ilusionamos contra toda esperanza.

Este tipo de circunstancias hacen que salgamos de nosotros mismos, que nos demos vacaciones del hombre pretendidamente civilizado que debemos representar,y nos comportemos con cierta holgura. Eso a mí me cautiva del fútbol como deporte. Es, además, el deporte que ofrece una mayor democracia física. Nadie puede jugar básquet y ser muy bajito; nadie puede jugar fútbol americano y ser escuálido. En cada una de las disciplinas deportivas hay prerrogativas físicas muy marcadas, y el fútbol no es así: depende de inventar picardías que se ajustan a casi cualquier cuerpo, y eso es extraordinario. Puedes ser lento y ser un genio, o ser excesivamente alto, o bajo. Esa democracia física es extraordinaria.

Algo muy importante que por desgracia la FIFA quiere arruinar es que es el deporte más injusto del mundo, lo cual lo hace muy atractivo. Porque la vida es injusta, no responde a sistemas de recompensa meritorios. ¿Por qué te ganas la lotería? Cuestión de chiripa. ¿Por qué te resfrías? Es lo mismo. Y el fútbol, al tener un árbitro que se equivoca tan seguido, se invalida a sí mismo, permitiendo que el error humano esté presente, lo que le ha dado un atractivo extraordinario que ahora la FIFA quiere arruinar.

Evidentemente, no te agrada la presencia cada vez mayor de la tecnología en el fútbol…

Es de una torpeza total, porque suspende el juego, que es una de las cosas más ricas del fútbol. Al mismo tiempo, difiere decisiones, y se pierde la espontaneidad de celebrar un gol. El goleador tiene que esperar un minuto y medio para saber si su gol fue legítimo o no… Y, por último, esto no elimina el error, solamente lo pospone. Lo vimos en la final de la Copa Confederaciones, con el codazo de Gonzalo Jara, que era una roja directa… Uno puede entender que eso se le escape al árbitro en el instante de la jugada, pero que se les escape a los que están observando eso en la pantalla es absurdo. Es absurdo querer corregir un deporte que, tal y como está, es el más popular del planeta. Si estuviera perdiendo adeptos, yo entendería, pero no es el caso.

Dices como cronista eres un aficionado a la afición, y no sólo al deporte. ¿Qué aficiones son tus favoritas?

A mí me gustan muchos los comportamientos que tienen los estadios y cómo la gente delega sus emociones para ir a un partido. Las cábalas, las supersticiones, cómo organiza una persona su vida a partir de esto. Eso me parece extraordinario. He tratado de escribir de esa manera, tratando de entender las aficiones. Hay aficiones que me parecen extraordinarias. La mexicana es una de ellas. Quizá por eso entiendo así el juego. Alguna vez Martín Caparrós -biógrafo de Boca Juniors, gran amigo mío-, se preguntaba: ¿por qué los equipos que no tienen ninguna oportunidad de ganar el Mundial se interesan tanto en él? ¿Qué caso tiene para ellos? Y claro, es unapregunta surgida de alguien de Argentina, que ya ganó el Mundial dos veces y que siempre es candidato.

En cambio, el mexicano, que nunca ha ganado, ve de otra manera el partido, y en realidad, el público es su propio espectáculo, se celebra a sí mismo en cada juego y los partidos son un pretexto para estar juntos. Ser mexicano es una manera especial de ver el fútbol, porque te tienes que resignar a los malos juegos, a la esperanza siempre traicionada, a una serie de circunstancias.. Como afición volcánica, la argentina es impresionante. Yo creo que ningún estadio que yo haya visto supera a La Bombonera en intensidad, pero no necesariamente es el tipo de estadio que me gusta, porque hay una agresividad hacia el rival casi letal.

ENTRE EL DF Y BARCELONA

Eres hincha del Necaxa y del Barcelona, dos equipos con realidades muy distintas. ¿Vives esas aficiones de manera muy diferente?

Yo empecé a ver fútbol en los sesenta, e incluso el Barcelona tenía una tradición muy victimista, de que siempre le robaban penaltis, que perdían de mala manera, que Di Stefano estaba predestinado a irse a Barcelona y se lo terminó llevando el Real Madrid…. Era un equipo un tanto trágico. Pero a partir de Johan Cruyff, primero con jugador y, sobre todo, como entrenador, se convirtió en un equipo seguro de sí mismo y ganador. Ahí cambió todo, y ahora es un equipo poderosísimo. El Necaxa fue un equipo muy importante en los años cuarenta y luego volvió a serlo cincuenta años después, en los noventas, pero nada más; esos han sido sus momentos de gloria. Desgraciadamente, el Necaxa es una forma de la paciencia y el sufrimiento.

Tú sigues los partidos semana a semana. Me imagino que prepararte para ver al Necaxa es diferente que hacerlo para ver a Messi…

Ah, no. Desde luego. Es otro deporte. Es tremendo cómo el mundo de la televisión satelital ha puesto en evidencia la pobreza de muchas ligas, entre ellas la mexicana. Si tú puedes ver partidos de la Champions y después los del fútbol local, te das cuenta de que es casi otro deporte.

¿Puede aburrirte ser hincha de un equipo acostumbrado a ganarlo todo, como es el Barcelona?

No. Hay cuestiones que el Barcelona ha desatado, y que me parecen muy importantes. Hay toda una escuela barcelonista que me parece que se debe respetar pero que no necesariamente se respeta. Es la escuela que ejemplificó de la mejor manera posible Pep Guardiola, alguien que fue recogebolas en el Camp Nou, que hizo infantiles y juveniles en el equipo, que fue campeón como jugador y que luego se hizo cargo de la dirección técnica. Un tipo que entiende lo que debe ser el barcelonismo, cómo debe jugar el equipo, cómo debe respetar su propia cantera. Pep hizo debutar en cuatro años a veintiún jugadores de la cantera, algo que se dice fácil pero es impresionante. Llegó a jugar partidos con ocho canteranos, sentó las bases para la selección española que ganó el Mundial de Sudáfrica; la nobleza y la vistosidad del juego fueron extraordinarias y convirtió la estética en una forma de la eficacia, ganando catorce títulos de diecinueve posibles, algo nunca visto.

Pero desgraciadamente el Barcelona es víctima de sus propios intereses, de sus pugnas. Menciono todo eso porque el Barcelona no es automáticamente el mejor equipo del mundo, se puede acuchillar a sí mismo, puede tomar pésimas decisiones. De hecho, hoy en día, el equipo es un paraíso de la evasión fiscal, lo cual está muy mal, sobre todo en momentos de la crisis española. Hay muchas cosas que te duelen del Barcelona como gestión.

Ahora que se le va terminando la carrera a Lionel Messi, se va a producir un vacío difícil de llenar, casi imposible. ¿Está preparada la institución para reemplazarlo?

Messi es irreemplazable. Va a ser un momento muy difícil, porque él representa en la cancha a casi tres jugadores. Es algo único, muy difícil de ver. Hay jugadas que empieza como un medio, las continúa como un enganche y las concluye como un centro delantero. Ese tipo de jugador va a ser imposible de conseguir. El Barcelona tendrá que encontrar otras formas de seguir adelante. A mí me preocupa como barcelonista que no se apueste por un sistema tipo Masía [el exitoso sistema de divisiones menores que creó el Barcelona]. Es más fácil reforzar a los Xavi, a los Iniesta o a los Busquets, que tú los has producido, que a los Messi, que son irreproducibles. Si tú tuvieras una banca con ellos, no estarías mal parado, pero por desgracia eso no es lo que está pasando. Vivimos en un mundo de consumode celebridades inmenso. Una vez coincidí en el palco del Barcelona con el representante de Nike y me dijo que el gran problema de Xavi es que no vende camisetas. En el mundo del mercado ese es un problema, y para el fútbol también.

JUGAMOS COMO NUNCA…

Los mexicanos, como los peruanos, utilizan una frase que bien puede resumir la historia moderna de nuestro fútbol: jugamos como nunca y perdimos como siempre. ¿Se puede hacer paralelos en nuestros países también en lo que respecta al fútbol, por más que ustedes vayan a los mundiales y nosotros no?

En eso tiene mucho que ver la zona en la que jugamos, es una eliminatoria muy fácil.

Sí, es cierto, y llegan al mundial y cuando tienen que ganar el partido decisivo, o contra Argentina o contra Alemania, caen. ¿Por qué, a pesar de todo el dinero que se mueve en el fútbol mexicano, siempre se quedan ahí?

En México, el fútbol es un negocio muy rentable tal y como va. La selección mexicana es la cuarta que más dinero genera en todo el mundo. Es más exitosa que la selección española en términos económicos, y nunca hemos ganado un Mundial ni necesitamos ganarlo. Con la selección pasa lo que con las telenovelas: ¿para qué hacer buenos programas de televisión si las telenovelas basura producen tanto dinero? El gran negocio en México no es ganar títulos, es comprar y vender jugadores. Después de cada campeonato hay un draft, dos veces al año se venden jugadores. Cuando un futbolista mexicano se retira, probablemente ha estado en doce equipos, y obviamente ha perdido estabilidad. Entonces, ¿cómo va a tener estabilidad la selección si los jugadores cambian tanto?

Y luego hay problemas que también son sociales. El futbolista mexicano no tiene una asociación que lo respalde. No hay sindicato. Por lo tanto, es muy vulnerable, se siente muy inseguro fuera de la cancha porque lo pueden vender en cualquier momento. Gana muy bien,pero está sometido a presiones y a decisiones que no son suyas. ¿Cómo vamos a pedirle a un futbolista que asuma responsabilidades fuertes por su cuenta dentro de la cancha, si fuera de ella es un ser amedrentado? otro tema, los extranjeros. Hay equipos que alinean con menos mexicanos que el Porto, en Portugal. La única manera de cambiar esto sería si México no calificara al Mundial, al final ese es el negocio. Si nos hubiéramos quedado sin el Mundial de Brasil [México estuvo a segundos de quedar eliminado], hubiera pasado lo que sucedió con Donald Trump; sería un revulsivo para reflexionar sobre cosas sobre las que deberíamos haber reflexionado hace mucho tiempo.

¿Dices que es necesario tocar fondo para empezar de nuevo?

Lamentablemente, sí. Todo tiene que ver con el negocio. SI es que México va al Mundial, todo está servido.

EL NEGOCIO DEL FÚTBOL

Hace algunos años, el fútbol no movía tanto dinero como ahora. ¿Crees que se ha desnaturalizado el deporte?

Por supuesto. Debería haber topes salariales. Es increíble que un equipo tenga un jugador como Cristiano Ronaldo, que juega en la misma liga en donde él cuesta más que todo un equipo contrario. Hay una desproporción monumental en el fútbol.

Lo de los topes sí se hace en los deportes en Estados Unidos.

Además, allá tienen la posibilidad de que los equipos menos favorecidos escojan a los mejores jugadores de las ligas universitarias para nivelarse. Podría haber más regulación.

Pero eso no les conviene a las televisoras, al negocio en general…

Yo creo que los futbolistas podrían ser multimillonarios, pero con un tope. Debería ser una decisión de interés social que un futbolista no pudiera costar más de cuarenta millones de euros, por decir algo. Debería haber una regulación de mercado, porque es suficiente para una persona. Y si quiere ganar más dinero, que ponga un negocio.

En el deporte, está socialmente aceptado, más que en otros ámbitos, que los dirigentes se queden en los cargos por décadas, con muchos rasgos de autoritarismo. ¿Por qué existe esta licencia social?

Hay una gran tentación de autoritarismo en las sociedades. Los países europeos han construido democracias bastante controladas y vigiladas, pero han necesitado otras zonas para ejercitar poderes autoritarios, para ejercer el tráfico de influencias. Y han encontrado una mina de oro en el deporte. ¿Cuánto dura un presidente de la FIFA, o de un club? Son auténticos capos o caudillos o dictadorzuelos que se entronizan y han encontrado ahí una forma de evasión fiscal, favores, tráfico de influencias. La FIFA misma fue investigada gracias al FBI, en lo que fue la mayor contribución de los Estados Unidos al fútbol. Ahorita ciertas medidas equivocadas que está tomando la FIFA tienen que ver con la idea de convertir el fútbol en algo más justo. Por ejemplo, esas tonterías como el videoarbitraje tienen que ver con proponer un deporte más puro o justo, porque ellos no pudieron ser ni puros ni justos. Son impresentables.

Por Dan Lerner


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